lunes, 15 de noviembre de 2010

Reloj

Alguien me dijo que escribir un blog es también darle cuerda a un reloj. Pero siempre que pienso en las horas me viene la mente lo inútil tal vez de esperar que sea de noche o que sea de día, pesimismo tal vez, pero me gustaría ser una flor nada más que reciba el calor del sol y mire el cambio de luz en el cielo, pasar las nubes rápidas y sentir esa calidez que no es más que vivir, podría entonces hablar de la caricia del sol, de lo intrascendente de ser humano, pero la imaginación es la que nos salva, del rencor, de ese sentimiento contrario a la esperanza.

Dar cuerda a un reloj para qué, si fuera pregunta, sería equivalente a la pregunta de para qué entrenar un perro, acabo de leer un cuento de Doris Lessign que a eso se refería, y las razones para hacerlo eran evidentemente las equivocadas, entonces no se hizo el trabajo y los perros resultaron seres de vida errática, ni modo, tampoco doy cuerda al reloj, las razones son indiferentes.

Si pudiera decir algo bueno de todo esto, si mis manos no fueran únicamente un par de animales animados que se pusieron a danzar hoy sobre el teclado, mi mente está aquí pero mi alma acostumbrada a diversas oscuridades no se anima todavía a levantar el vuelo, sabe, como lo sé yo, que es cuestión de un movimiento, sólo de eso.

Ya es noviembre, pronto será diciembre, y todavía hay por el mundo personas que dicen y hacen cosas que, como yo, se alimentan sólo de la ilusión de no guardar silencio, ah!, con lo bello que es el silencio.

Hagamos pues el movimiento necesario.

martes, 2 de noviembre de 2010

hoy

11:38 , dos de noviembre, año 2010

Esta casa está pintada de blanco. Hoy inicié y terminé la obra "El sueño del dragón", nada que ver con karate, más bien, hecha con una palabra como mantra: Maruata.
Eso dice algo de mí, y esa es la tarea de mi blog, ni modo.
Escucho los ruidos de la calle.
Al fin y al cabo una entrada de blog es sólo una entrada de blog, pero también es una conversación con uno mismo.
Y me digo que lo que veo es una persistente lucha contra la angustia: me explico: frente a mí, en mi escritorio o mesa blanca o como quieras, hay un pequeño caballete sobre el que puse una tarjeta de cumpleaños que me encontré ya no me acuerdo dónde ni cuándo, hay en esa imagen un gato cachetón y un ratoncillo le canta las mañanitas, el gato lo mira sonriendo, el gato cumple tres años a juzgar por las velitas en el pastel hecho en casa, así se ve de rico. ¿Qué hay en esta imagen que me hizo traerla aquí? Antes de entrar en las conjeturas filosóficas o casi, me faltó mencionar que en la parte superior derecha de la tarjeta hay dos palabras y tres puntos suspensivos: Sé feliz...
Y por eso está aquí esa imagen, es una orden que me doy todos los días. Aparte de que la armonía, la alegría y cariño que comparten el gato y el ratón son más que suficientes para decirme, que es posible, que todo es posible, hasta lo imposible de ese cuadro.
La orden está dada y habrá que cumplirla:
Sé feliz...