sábado, 25 de junio de 2016

Incorpóreo

I

Descenderé por la escalera
  de mi cuerpo
hacia el olvido
                  de tu nombre
                       de tu piel

II

No el sol, ni la luna en su caricia profunda
serán la respuesta
  al extravío insensato
      de desearte
           sin razón

III

Toco mi piel
y en ese acto solitario reconozco:
no es a mí a quien toco.

IV

Era una esfera (¿un sol?)
  --plagio luminoso--
el instante en que mis manos
    fingían ser todo tu cuerpo para mí.

V

La letra que mis piernas forman
(la primera del alfabeto)
es el primer trazo
   hacia la construcción de un abecedario útil
para arrancarme de la nada.

VI

Abrir es verbo que repta
gotear es acción inútil
si enloquecedoramente
los músculos se tensan
  si en el oído no penetra la palabra:
                                                      Ven.

VII

Todo lo que no veo de mí
  te oculta
porque vives en cada latido
    sin porqué

VIII

Toda canción
   no es todas las canciones
      toda canción es tu ausencia

IX

Entra como un torrente
y sale como un Dios
  que en sus dedos tritura universos
y deja un silencio dulce
                                   insoportable                                  

X

En ese gesto de tu mano
en ese movimiento de tus piernas
en esa mueca de tu rostro
   reconozco al que se muere
      y sólo así se va.

XI

Es en abstracto que te mato
porque la vida se llevó tu cuerpo
    a la muerte verdadera
No puedo ofrecer a ningún Dios
  mi corazón sangrante
por eso veo en silencio
  la orilla de esta habitación blanca
    donde tu ausencia brilla
      iridiscente
Sin miramientos
es en el sueño
--ese desorden de palabras--
donde mi cuerpo es un juguete de cartón
y el anhelo diurno
  una velocidad
    una voluntad
      irredimible
Es en ese secreto a voces
donde tu rostro no se esconde
donde su boca inventaba juegos infantiles
es ahí donde un silencio espeso recuerda
  como yo
No hay soledades
(si no lo dijiste, debieras)
deshabitadas de un punto de locura
de una brizna de tibia desesperación
para arrancarse, capa a capa
  la piel del animal que muta
    murmurando sus secretos
desde lo alto de los hombros
hasta la punta que separa al ser del no ser