jueves, 5 de febrero de 2015
desmentir, desmembrar
No entras en vano, no aprietas mi cabeza con tus dos manos sin una razón. A punto de desaparecer, diluida en la noche líquida me tomas, tus manos sobre mi frente. Cierro los ojos y tu voz me cubre. El olor de tu cabello. Cada sonido que la noche ahoga, la temperatura de tu piel... ¿Cuánto tiempo más ocultaré esta certeza que me ciñe a tus palabras?: No hay otro nombre para el mar, no existe un idioma que mis dedos puedan diluir sobre tu lengua, sin porqué, sin para qué. Flotan palabras nuevas, acarician mis labios. Mis manos semejan animales turbios. Lenta, bebo la sangre del instante. De tu garganta, una música atemporal repta hacia mi sueño. Toca tu piel un agua tibia, es mi lengua que desmiente la distancia, es el desmembramiento suave de la soledad que bajo tu voz se deshace como pétalos blancos devorados por la nieve.
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1 comentario:
Guadalupe Ángeles siempre ha sido una maestra de la imagen. El final del poema así lo demuestra. Rescato un par de frases que me han encantado:
1. Bebo la sangre del instante.
2. La soledad que, bajo tu voz, se deshace como pétalos blancos devorados por la nieve.
Esta sensualidad va más allá de lo carnal y se inserta en una sensualidad existencial, si me permiten el término.
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