sábado, 15 de octubre de 2016

La Escritura como Sanación - Entrevista con Mayra Luna (1)

G.A.- Tu participación en la mesa “Ego, Neurosis y Escritura”, titulada “La tarea del escritor” resultó muy interesante, cuéntanos un poco cómo se inició esta historia tuya en la que, debido a tu formación como psicoterapeuta gestalt, relacionas el fenómeno de la escritura con el fenómeno del autoconocimiento, y esto, ¿cómo lo vives en tu práctica diaria con las letras, con la psicología?



M.L.- El acercamiento a la literatura y a la psicoterapia casi fue simultáneo, fue al iniciar la maestría en Terapia Gestalt y así retomo un camino (ya que por un tiempo había dejado a la literatura) entonces comienzo a hacer esta exploración que para mí siempre es una, aunque muchas veces se separen mi trabajo como psicoterapeuta y como escritora, pero siempre es una: en la escritura, sin pensar como en un “psicologizar” o tener incluso una intención de concientemente trabajar con la psicología a la hora de la creación pero que, obviamente, por mi cercanía, aparece, y sobre todo en la construcción de los personajes. Esta búsqueda que me gusta hacer de la existencia humana, de la condición humana a través del lenguaje, pues se me facilita más con el conocimiento terapéutico y filosófico, que también me gusta mucho penetrar por esos campos.

G.A.- ¿Cuéntanos sobre tus inicios en la escritura, empezaste muy joven con la poesía?

M.L.- Sí, escribiendo poesía de pequeña, de adolescente ya algo de narrativa, y después por mis estudios (estudié una carrera que nada tiene que ver con psicoterapia, con escritura) me resulta imposible practicar o vivir de eso.

G.A.- ¿Por qué, estudiaste ingeniería?

M.L.- Administración. Tuve que regresar a las letras pues siempre ha sido mi vocación. A partir de allí lo retomo y desestructuro completamente la vida que llevaba, y tomo ahora el trabajo de escritora, pero comprometida, ya no como lo tenemos los adolescentes que nos gusta, nos apasiona, sino ya a empezar a trabajar profesionalmente como escritor.

G.A.- ¿Crees que en nuestro país es posible llamarse escritor profesional, y qué significa precisamente eso?

M.L.- Pues yo pienso que profesional quiere decir tener un compromiso de formación, de estarte formando como escritor, no de aparecer como escritor públicamente, o de llamarte escritor porque algo te lo valide, sino por el compromiso que tienes contigo mismo, de esa función tan importante que tiene un artista, que no es sólo por la trascendencia personal que va conseguir con su escritura, sino por la trascendencia existencial y social que tiene cualquier escritura que al ser compartida con otros, ya que de alguna manera tienes una influencia, positiva, negativa o en algunos casos, intrascendente, pero que también es un modelo el que se está presentando a la hora de mostrar tu escritura delante de los demás.

G.A.- ¿Piensas que sería importante que se hicieran campañas para que hubiera más lectores en este país?

M.L.- Las campañas se hacen y el resultado que dan nunca es muy alentador, yo pienso que el trabajo va más atrás del crear lectores en la edad adulta o desde pequeños; si no, en la forma de educación que se está dando, Educación Total, no nada más en cuanto a la escritura o la lectura, yo pienso que desde el proyecto de educación en México, desde allí es donde se está fallando para construir esta hambre, deseo de conocimiento que se da mayormente a través de la escritura, pero que puede ser de tomar un posgrado, un doctorado, simplemente de tener un ansia de conocimiento mayor; entonces, si el proyecto de educación está fracasando, pues el decirles que fomentar o tratar de fomentar que lean, pues siempre funciona en una cierta medida, pero no se queda nada más que como en un gran anhelo de que eso sirva.

G.A.- Finalmente los resultados son superficiales, no duraderos.

M.L.- Sí, no hay una construcción anterior, entonces no se puede, donde no hay cimientos, pues no se puede construir sobre de.

G.A.- Háblame un poco de tu obra, veo que tienes temas muy fuertes, muy violentos.

M.L.- Pues ahorita para nuestra realidad no creo que lo sean tanto, pero tal vez si lo reducimos a la historia de la literatura en nuestro país, sobre todo de la literatura de las escritoras en México, a veces pueden parecer fuertes los temas, pero si ya los centramos en la realidad cotidiana, son ligeros, pero lo que a mí me interesa con mi escritura es el tomar corporalmente al lector, creo que es para que se involucre el cuerpo en la escritura y no sólo la mente, es necesario hacer estas alusiones a violencia, a situaciones sexuales a lo mejor perturbadoras, a situaciones emocionales muy fuertes de nuestros conflictos básicos con la figura paterna o materna, a conflictos cotidianos pero que pueden resultar abrumadores, y partir de allí para jalar al lector corporalmente, es lo que me interesa hacer a mí con la escritura para poder no tener la típica dualidad de escritura para la mente o escritura “de las emociones” simplemente, sino tratar de embonar esto en uno.

G.A.- Pretendes integrar en tus lectores lo físico y lo emocional, para que respondan de esa manera integral al “mensaje”, si se puede usar esa palabra, no sé si te choque, porque no sé, ¿crees que sí es válido en este momento de la literatura hablar de que uno puede “transmitir un mensaje”?

M.L.- Siempre nos defendemos de “El mensaje”, para decir que no es fábula, no hay por ahí moraleja ni nada, pero obviamente, yo pienso que la tarea está en la forma de construir la historia, en la forma de presentarla, no porque tuviera que haber directamente o explícitamente ahí un mensaje, sino el que el lector conecte, aunque sea en muchas ocasiones, no directamente con el tema, pero puede el tema detonar algo en el lector; yo digo esto: que no le divierta, sino que lo “in-vierta”, es decir que no lo di-vierta, no lo vierta hacia otra cosa, sino que lo vierta hacia sí mismo, es lo que me interesa, entonces, en un ambiente cerrado donde emocional y racionalmente estás involucrado, pues puedes regresar muchas veces, he escuchado de algunas personas estos comentarios que me han hecho de su experiencia con la lectura de mi libro Lo peor de ambos mundos. Relatos anfibios* que, obviamente, en la tarea de la construcción, pues está también ese disfrute en hacerlo, no esto es “para que funcione así” sino disfruto también el trabajar con esos temas a la hora de escribir, me da mucho placer y a la vez, pues emocionalmente también trabajo por ahí, entonces creo que, como “mensaje”, generalmente la figura “tutorial”, por la misma construcción educativa ya renunciamos a eso, ¿no?, pero, cuando es una obra creativa, una obra artística, no es necesario, precisamente para eso existen todos estos modos de (por medio de la forma de presentarlo) que se genere esta introversión.

G.A.- ¿Crees que la tarea del escritor, en esencia, tendría que ser que el lector reflexione sobre sí mismo a partir de la lectura, cualquiera que esta sea?

M.L.- Sí. Claro, sobre sí mismo, y aparte, de ahí una reflexión después hacia el exterior. Pero incluso, por ejemplo en lecturas que nada más reflexionas hacia el exterior, que la reflexión es hacia, pues creo que de alguna manera es válido, pero está cumpliendo la misma función de la diversión, porque vuelven otra vez hacia fuera y de donde se genera todo, que es del sí mismo, no está partiendo para una transformación.

G.A.- Me interesa mucho esta dinámica tuya con la gestalt y la literatura, el asunto de “religar”, cuerpo, mente, sensaciones, ¿se puede hablar de un escritor como curador?, ¿crees que, de algún modo pudiera serlo?

M.L.- Yo pienso que esa es la función del arte, la función última del arte es la sanación; que la mayor parte del arte esté envuelta en neurosis, que es un porcentaje altísimo, y que lo celebremos tanto y que, conforme nuestro grado de neurosis se parezca al del libro, el cuadro o la canción, nos parezca maravilloso, creo que es como se ha llegado a pensar que el arte es construido, pero yo creo que la función del artista, originalmente el artista era este que se comunicaba con los dioses y traía esta información divina a su pueblo, la cual era para el crecimiento, para el desarrollo, para que se elevara el hombre a su tiempo, y obviamente pues esas son unas aspiraciones ya más altas, que conforme uno se desarrolla como artista, espero llegar, y que los artistas podamos aspirar, al menos, a llegar ahí, aunque nos quedemos en el intento; no sé si llegue esta comunicación, pues trabajo todos los días, pero pues todavía por ahí no vamos, pero el no tener esa visión última del artista, es lo que lleva a todo esto que se está discutiendo, a conformarse con una posición en el mercado, con que la obra sea bien recibida por la crítica, con escribir bien, simplemente, tener una buena formación, y escribir de manera correcta y entonces, la función última del escritor se ve obnubilada por esto.

G.A.- Digamos que se pierden en el camino las verdaderas razones por las que debe existir un escritor, y sí, ciertamente, es una ambición muy loable, alta, pero tenemos fe en que se pueda lograr, y el que tú centres tus esfuerzos como creadora en que se cumpla esa tarea, está de más que yo te preguntara sobre la crítica por ejemplo, esto pasa, supongo, a segundo término o no tiene ninguna importancia para ti.

M.L.- Sí, por supuesto. Humanamente pues una recibe, ve, vive en la cotidianidad y vas viendo el resultado de tu obra, pero para mí el trabajo del escritor, o por lo menos en mi caso, es más solitario, y no por eso no me gusta participar y creo que es importante participar en estos foros (tenemos esta conversación en un encuentro de escritores en Oaxaca) sin embargo, la construcción de mi obra y sobre todo el disfrute de mi obra es algo personal de “yo con mi computadora”, así que este placer primario es el que me genera el seguir escribiendo, luego el ser una persona creadora cuando estamos ahorita consumiendo casi todo lo que utilizamos y conocemos, el crear también es un placer para mí, fabuloso, y ya las consecuencias de, pues, obviamente eso a uno le da gusto, por ejemplo, un premio, pero lo veo como la consecuencia de, y algo que va como caminando a un lado, pero no el objetivo hacia el cual miro.

G.A.- Parece que me quedó bien claro tu objetivo, ¿Si es, lograr sanar?

M.L.- Pues tengo la esperanza de. Y de forma que me resulte a mí placentera y que no mine lo artístico de mi escritura, porque muchas veces un tipo de ideas así pueden quedar en una obra de propaganda o de superación personal o algo así, y eso, me parece como que descalifica esa intención, o como se vuelve muchas veces, para el que está con otros objetivos, como el blanco de no mirar hacia allá, pero la obra literaria, para mí, más importante, es el mirar hacia ese rumbo, mientras voy construyendo mi escrito.

G.A.- Naturalmente lo que haces no es de ningún modo para “superación personal”, porque ese es un campo del mercado editorial que está muy bien definido.

M.L.- Por supuesto.

G.A.- Me gustaría que me hablaras de tu trabajo al escribir, ¿ha habido algún tema que te resultara especialmente difícil de tratar, o has tenido dificultades para dar “el terminado” a un texto para que te quedara como tú querías?


M.L.- El trabajar obviamente todos mis textos es un trabajo duro, no el crearlos para mí, por ejemplo, el escribir directamente, la narrativa o el ensayo es como el mayor placer, luego viene ya el trabajo de la edición que ya es el trabajo directo con las palabras y es allí donde el trabajo se vuelve un poco árido, y sin embargo, por ejemplo como en este libro de cuentos, como estaba tan conectada con las historias, entonces, cuando la conexión, para mí a la hora de escribir es tan fuerte, como de manera más directa se produce una escritura que me va dejando satisfecha, en la medida en que tengo el contacto como más completo de mi misma con lo que estoy escribiendo, ya después incluso el trabajo de edición es más ligero, es más corto, que cuando, por alguna razón no estoy tan conectada con lo que estoy escribiendo; digamos que lo esencial es, primero conseguir esa conexión en el diario escribir, que a veces la consigo y a veces no, y el trabajo entonces es, cuando no conseguí esa conexión, ¿cómo vuelvo, como conecto en ese texto para que se vuelva el hilo más afin? Y también a veces es arduo, cuando uno trabaja, aunque no sean los temas autobiográficos, pero, estoy trabajando con mis emociones, entonces, partir de una emoción personal para una historia que a la mejor no es personal, pero en la que estoy poniendo una emoción personal a veces también es duro, se disfruta, pero sí involucra un contacto pues más emocional y a veces doloroso con la escritura.

G.A.- Sí, hablábamos un poco de eso, acerca de cómo tus emociones te pueden ayudar a crear. Digamos que te involucras a un grado que, por ejemplo, considerando que la emoción al escribir es equivalente a la sentida por el músico en un concierto, o por el mismo público, ¿cómo te bajas del avión una vez que terminaste de escribir?

M.L.- Pues la vida cotidiana, el tener que hacer algo muy sencillo, como ir a hacerme de cenar o preparar una clase. Aterrizo inmediatamente. Y eso es lo que me gusta también de mi relación con la escritura, que en el momento en que estoy involucrada, me involucro completamente, pero de la misma manera puedo desconectarme de esas emociones, que también es algo que practico en la psicoterapia, si no estaría involucrada en la problemática de mis pacientes todo el día y sería totalmente enfermizo para mí, entonces sí es una conexión y desconexión, pero yo pienso, la conexión ya a nivel general, pues es la sintonía que tengo yo con mi propia persona, que a veces la puedo como “bajar” a la escritura y a veces la tengo en sintonía con cosas bien cotidianas.

G.A.- No es tan difícil entonces.

M.L.- Para mí no.

G.A.- ¿Nunca has tenido la tentación de, algún caso clínico transformarlo en una narración?

M.L.- No. Te voy a decir porque: A mí no me gusta escribir lo que ya sé. No me divierte, a mí me gusta contarme historias a mí, o descubrir en un ensayo ideas que yo no conocía, entonces si escribo algo de lo que ya conozco la historia me resulta aburridísimo, es como si viera una película que ya sé en que se va a terminar. A mí me gusta, la historia que estoy creando, primero contármela a mí, porque las palabras me van dando esa estructura de la historia, aunque yo tenga una idea más o menos básica de que quiero contar o parta de una frase, de una visión o de una emoción, pero la voy descubriendo en el texto, y eso es lo que más emoción me da, o en un ensayo, ir descubriendo todas las ideas, los conceptos que se van generando a partir de trabajar con la idea principal que tengo, y si ya lo tengo resuelto es muy hueco, no me interesa.

G.A.- Sentirías que pierdes el tiempo.

M.L.- Sí, contar algo que ya estaba allí, aparte también, como trabajo con una mezcla de géneros, de situaciones que pueden ser al inicio cotidianas, pero como le incluyo fantasía, en ocasiones ciencia ficción, terror, absurdo, entonces, contar una historia cien por ciento realista tampoco me divierte mucho.

G.A.- ¿Tienes algún libro de ensayos ya publicado?

M.L.- No, estoy trabajando desde hace un par de años en uno, pero todavía estoy desarrollando varias ideas que quiero que se vuelvan más sólidas y ese es el próximo libro a publicar. Y estoy trabajando en otro libro de cuentos.

G.A.- ¿Han sido publicados en revistas tus ensayos?

M.L.- Sí, en Replicante, Blanco Móvil, Hoja por Hoja, en la Revista de la UNAM, no periódicamente pero en diversas revistas de circulación nacional.

G.A.- ¿Se consiguen en Internet tus ensayos?

M.L.- No, directamente no.

G.A.- ¿No eres partidaria de los blogs?



M.L.- Tengo mi blog: http://www.mayraluna.blogspot.com/ pero no subo mis textos, son textos “además de”, son simplemente noticias, información, antes dedicaba demasiado tiempo a escribir en el blog hasta que me di cuenta que ya llevaba cuatrocientas páginas, y entonces vi que me estaba desviando de lo que quiero hacer, y desde entonces ocasionalmente subo algo, pero ya no tengo allí mi biografía.

G.A.- Ese es el peligro con los blogs.

M.L.- Si, me hice adicta por un año o dos a estar escribiendo en el blog, pero ya no.

G.A.- También la filosofía te apasiona, cuéntame.

M.L.- Si, es el complemento. Hay una idea que a mí siempre me causa problema: pensar que el narrador es alguien que solamente puede responder creativamente por medio de una historia, y que no tiene por qué hacer reflexión acerca de lo que escribe o no tiene por qué incluir ideas dentro de su estructura narrativa. Y para mí, entre más fuentes nutran mi narrativa mejor, y por supuesto mi ensayo, escribiendo ensayo no podría no nutrirme de la filosofía, porque sería meramente esta forma de un ensayo estilístico, nada más por el juego con la palabra, no tiene una sustancia básica de pensamiento, por eso la filosofía, y además me divierte muchísimo por la velocidad de pensamiento que tiene uno que atender para comprenderla; muchas veces, para encontrar una idea en un libro de narrativa, pues hay como cinco, y yo ¿tengo que leer quinientas páginas para encontrar una buena idea por ahí? Y si estoy leyendo un libro de filosofía que me está causando problema de comprender, mi mente trabaja más rápidamente, y toda la carga que tiene ese libro de filosofía, pues nunca lo encontraría en uno de narrativa pues obviamente son distintas maneras de abordar la realidad y yo trabajo la narrativa, pero ya incluyendo en mi persona, psicología, filosofía, narrativa, y todo lo demás que me gusta, yo pienso que se puede elaborar una obra más compleja, mucho más compleja.

G.A.- Más enriquecedora.

M.L.- Y con una visión más amplia del hombre, que es con lo que estamos trabajando, y si no conocemos filosofía, cómo vamos a trabajar sobre el hombre.

G.A.- Sí, se me ocurre una imagen: uno imagina al contador de historias como con una escafandra, mirando dentro, únicamente su propia persona, y es salir de la escafandra acceder a la filosofía, al ensayo. Y esto me trae a la memoria a María Zambrano, ¿cómo la ubicas? Ya ves que hay por ahí una polémica, ¿es filósofa, escritora?

M.L.- Yo la ubicaría más como filósofa, pienso que su forma de escritura alcanza un grado estético tan alto, que por eso los escritores la quieren atraer hacia su campo, pero su propuesta es de ideas, no es una mera escritura estética, sino es una escritura de ideas, por lo tanto la colocaría más como filósofa y creo que es de los puntos más altos de la filosofía femenina y de la filosofía en general de nuestro tiempo.

G.A.- ¿Qué libro máximo de María Zambrano recomiendas?

M.L.- Ahora estoy buscando Claros del bosque, dicen que es el mejor, pero Filosofía y poesía, es el mejor de ella que he leído.

G.A.- ¿Si existe la literatura femenina o feminista?

M.L.- Existe para la clasificación externa por supuesto. Feminista cuando obviamente trata sobre esta reivindicación de la mujer explícitamente, y lo que llamamos literatura femenina es una forma de narrar donde la mujer trabaja como un estereotipo, donde existe una forma fija de ser mujer, y no necesariamente tiene que ser escrita por mujeres, hay mucha literatura masculina, por ejemplo, en Carlos Fuentes, sus personajes femeninos para mí son muy estereotípicos, y por lo tanto su forma de abordar la literatura se podría clasificar dentro de literatura femenina y el construir como obviamente estos cajones donde colocas, es una mera vía de clasificación; obviamente mi ser mujer está involucrado en mi escritura pero no es lo que define cómo escribir, entonces, existe, y yo creo que cada vez menos dentro del mundo literario, porque en el mundo real, el machismo vemos que todavía no se ha trascendido aquí, sin embargo, yo pienso el cómo se construye personalmente una mujer, es como también su obra y su persona es recibida ante (en este caso) el público masculino o femenino que también puede llegar a ser misógino, y si ya hay una automisoginia, obviamente nada más va a generar que, al contacto, al relacionarse con, se genere esta misoginia en ambas direcciones, y cuando uno como mujer se construye como un ser que no es misógino consigo mismo, entonces fácilmente encuentra un trato que no es misógino, va a haber quienes todavía no están desarrollados lo suficiente y van a querer de pronto imponerse, pero se da uno cuenta que falta un desarrollo por ahí, y no es una ofensa más que para ellos mismos, así que no considero que eso sea, o no me veo en una desventaja por ser mujer.

G.A.- He leído que los escritores del norte disfrutan más que otros de distintas zonas de la República, que para ellos la literatura sí es una celebración, ¿compartes eso?

M.L.- Pues por lo menos para mí sí. Pienso que hay un mayor disfrute por vivir y ese disfrute se hace evidente en la escritura, en la literatura y tal vez también por la tradición literaria mexicana, más acá en el centro y sur del país, sobre todo en el centro, ya la preocupación es más por el mundo literario o por este…

G.A.- …negociar y conseguirse un lugar…

M.L.- …sí, eso que se habla. Incluso acá, en ocasiones hasta hay un exceso, puede incluso desvirtuarse un poco el trabajo como escritor, hay quienes tienen un compromiso con la escritura, otros más leve, pero no es todo este maravilloso y fabuloso espíritu de celebración de la vida, que a veces desborda el ser escritor, pero sí en la mayoría creo que es eso, un gusto por la vida.

G.A.- ¿Cómo sería tu libro ideal, escrito por ti?

M.L.- Sería un libro en el que se incluyera el mayor número de posibilidades narrativas, es decir que no pudiera clasificarse en un género y que el desarrollo de ese libro consiguiera una transformación ya sea si fuese, en la manera en que estuviera narrada, o si fuese ensayo, pero que pudiera observarse en él la transformación que hay en el mismo libro y que por ende, la transformación de quien lo escribió y para quien va a ser su lector, un libro que verdaderamente fuera una creación auténtica en cuanto a forma y en contenido que fuera un vehículo de transformación, ese sería mi libro ideal.

G.A.- No hay miedo a la transformación, hay una gran confianza en la adaptación y que la plenitud puede ser a través de todos los caminos.

M.L.- Sí, por supuesto.

G.A.- Eso me gusta mucho. Gracias.


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*Libro publicado en coedición por el Fondo Editorial Tierra Adentro y el Centro Cultural Tijuana en el año 2006.

Falsa autobiografía


Soy Janis Joplin. Busqué en las calles un amante y lo encontré. Me fui a la cama con un desconocido. Reconocí en su sexo la extrañeza. Entré en ese minuto incandescente de su vida y salí como quien abandona un paraje soleado ¿era el mar su sonrisa?, ¿fue un paraíso su mirar y su ansia (que ya debo olvidar) de tomarme para irse luego?

Las palabras se hacen humo, los cuerpos que he amado nada; el tiempo se hace duro, cruel jornada cada día para habitarla con razones, largas caminatas, alcohol y embriaguez constante, canciones que alucinan de tan mías, música sagrada dentro de la que me nacen alas, en la que soy lágrima, sereno mar, tempestuoso, águila, montaña de granito  que brilla bajo el sol más cálido, terremoto, letal caricia, arrullo, dádiva, una dolorosa promesa, una herida, una cascada.
He dejado de mentir; soy Janis Joplin y tomo lo que quiero, sola porque soy una borracha imposible, me posesiono de aquellos que se someten a mí aunque sea por instantes. Soy reina en ese sitio que no existe sino en mí; me erijo allí, en el espacio de un orgasmo, como estratega, soberana y dueña. Nada me pertenece sino ese desconocido que se llama Yo. Estoy sola porque amo desesperadamente, me entrego sin reservas y así quiero ser amada, pero nadie se atreve. Entran y salen de mi cama; los veo irse, buscar canciones para huir de mí. Los contemplo incrédula cuando se emborrachan conmigo y me ofenden, los veo ser golpeados por mí y ni así se quedan; no hay pretexto que pueda mantenernos unidos, ni a ellos, pobres borrachos, ni a mí; ellos se han disuelto en el tiempo con sus cuerpos siempre diferentes y siempre el mismo: cuerpo del vacío. Nos quisimos mucho, fueron meses o fueron horas, pero estoy sola; soy Janis Joplin y sólo necesito mi rabia, mi dolor para cantarlo a voz en cuello, para aullar a la luna que me mira dentro de mi jaula. Esta que hice para esconderme de mí, sin lograrlo.
Soy Janis Joplin. Quienes me escuchan cantar envidian mi vehemencia; pobres; no saben que la sagrada música que me habita no logra desprenderme de la mordedura de una soledad más imaginada que vivida; pero vaya que muerde más fuerte que cualquier borrachera, embriaguez o alucinación autoinducida. No me quejo. Hasta el hartazgo me habito. Soy Janis Joplin y tomo lo que quiero.
Lo único que necesito es mi rabia; ninguna alegoría.