Romance XXXIV
Para maldecir tu nombre
vengo
Para atestiguar que no
hemos sido camaradas sino enemigos
Para trastornar tu noche
que se me cae de las quijadas
Para no entorpecer la
genial manera que tienen tus palabras
de alejarte de lo que amas
Para enaltecer el nombre de
tu ego masacrado
Para entenderme con tus
vísceras
Para no errar ahora el tiro
Para compenetrarme de tu
ausencia que se me viene de frente en los caminos
Vengo para maldecirte
Para arrastrar conmigo tus
caricias
Para llevarte donde no te llevarán
nunca tus palabras
Para que lo que de mí te
quedaste se quede conmigo
Para no regresar nunca
Para entender que palabras
como siempre o nunca crean abismos
Vengo para decirte que te
amo sin remedio
Y si acaso alguna duda
hubiera, ve mi mano: la calibre 38 es más elocuente que yo.
II
No estoy aquí para
contestar tus preguntas
Ni siquiera para volver a
llevarte a donde acostumbraba
Luego de haberte hecho el
amor como nadie
Cuando entendiste que no
era necesario amarme
Es más, era peligroso, por
no decir imposible.
Mírame
Abro la boca y mejor me
callo
Me tiendo a tu costado y
quedo en silencio
¿quieres otra muestra de mi
suicidio?
III
Ya no te diré tócame
Ya nunca pediré lo que no
quieres darme
Resplandezco
Y no será tu fuego el que
me halle encendida
Ni será tu boca el lugar
del delirio
Nunca más
Como quien invoca un
conjuro lo digo:
Nunca más.
IV
Arrebátame de ti otra vez
Como cuando hablaste del
océano
Y había millones de minutos
entre nuestros cuerpos
Di otra vez el designio
Marca la ley, arrástrame
lejos
No quedará tu palabra en el
viento
Tomó posesión de su morada
en lo más profundo del sueño:
Arrebátame
Desóllame
Olvídame.
V
Ya no le pregunto a la nube
gris en la tibia tarde
Como elaborar el pase
mágico que haría aparecer todo lo amado
Porque he perdido la ruta
Y ya no sé lo que amo.
VI
Era tu nombre, tu cabello
Era la casa de tu lengua:
tu boca
Era ese lugar de tu cuerpo
Era el silencio
Era la rabia
Eran tantas y tantas cosas
Que no, ya nada recuerdo
Sólo que era mi voz
Sin tu oído
Cantando.
VII
Vuelvo a recoger del fondo
de mi alma
La piedra gris de tu
presencia
La acaricio en mi mano
Y busco el cristal con que
romperte.
VIII
Nada tiene piedad
Nada cambia sus colores
porque diga un nombre
El mundo es tenaz y
recurrente
Mis palabras son como
cestas que oculto tras un árbol
Porque nadie quiere, ya lo
sé,
Los frutos que a la semilla
de tu nombre le nacieron.
IX
Ese rojo lumbre
Ese ulular de la sirena
Este estar amarrada a mi
cuerpo sin remedio
Son las únicas ofrendas que
te ofrezco
Dios del hastío
Dios de lo siempre
inacabado.
X
Nadie dice nada
Nada dice algo
No habrá voz
Y entonces habré descansado
Voy en el camino
Al volverme veo que nada
dice nada
Y nadie, aunque dijera tu
nombre,
Me diría nada.
XI
Escampa
Eso dicen tras la lluvia
Mis huesos callan
Pero un cántaro roto: ese
filo que se me atraviesa en la garganta
Es el único vestigio de la
lluvia
Que me mata.
XII
He incendiado tu nombre
He barrenado tu recuerdo
He hecho en mi cuerpo el
hueco donde no vendrás
Y quisiera ser de azufre
De óxido de cobre
Para que si te tocara
Con estos labios de ácido
Con estas manos
desnombradas
Apenas con el filo de la
mirada
Si te tocara
Enmudecieras para siempre.
XIII
Labro pues las aguas
Me reconforto si veo venir
tu silencio
Sé que callarás todo lo no
dicho hasta el final de los tiempos
Me acomodo al viento
Abro las alas, diría, si no
fuera una mentira
Que mirarte y volar
Fue una misma cosa.
XIV
Inserto en el hueco de tu
nombre
Otra piedra gris, luego una
mansedumbre me disuelve
En la oquedad de tus manos,
En el silencio vertiginoso
de tu vientre
En esas palabras que te
definen más que a mí
Me abro las venas
Me corto el silencio y
vienen y van estas palabras
No son de sangre, son de
atardecer, son de estertor
Son de lluvia
Son lo que no soy
Porque no te amo
XV
Cascadas
Lunas
Silencios
Y la piel del que no se
nombra
La sórdida caricia
Son como talismanes
Como muros
Como huellas
Como ráfagas
Son en esencia la materia
con que te formo
Una vez que has muerto
Soltándote de mi mano.
XVI
Como un hombre muerto
Vas escoltado por siete
pares de peces
Son seiscientas marismas
las que te envuelven
Inocentemente ríes
O manoteas
Pretendiendo huir del
homicidio
Porque crees que todo es un
juego
Un tonto juego de palabras.
XVII
Estoy rompiendo los
instantes que a tu paso
Eran como abrevaderos de
palomas
Estoy cavando para que el
hueco de mis manos
Sea la cueva donde
esconderme del espanto
Del indecible horror que
habrá de estremecerme
Luego de cubrir mi cuerpo
entero con la sangre
Que manará de tu cuerpo
destrozado.
XVIII
En esta habitación no hay
un fuego vivo para estremecernos
No hay música dulce para
arrullarnos
En esta habitación no hay
nada más que tu nombre roto
Que mastico con dificultad
Y el par de piernas que me
atan a la tierra
Mientras lo escupo
Vaciándome de ansiedad.
XIX
Si hubiera algo que temer
No será al vacío que me
regala tu rotundo NO
Ni al odio que me atenaza
las entrañas
Tampoco a la indiferencia
que poco a poco me va naciendo en las arterias
Si hubiera algo a que temer
Sería a la ausencia de mi
propia sangre
Porque sentirla, tibia
Es sentirme a salvo
Libre de ti
Libre de mí.
XX
Soy mi sangre
No soy mi voz
Soy mi impulso hacia lo
vedado
Soy una rama de futuro que
florece
Inevitable
Tenaz
XXI
Así tendré mi nombre bien
apretado dentro del puño
Seré la ceguera voluntaria
El haz de luz que te
calcine
El filo que te rompa
La materia intransigente
con la que te ahogues
“no somos nuestros”
Alguien dijo
No somos lo que fuimos
¿y qué importa?
Jamás lo seremos.
XXII
Que me quiten tu nombre de
las manos
Apenas son las cuatro
Que me lancen de cabeza al
universo vasto y negro
Ya son las once
Y nada cicatriza
todas las lajas,
las piedras inconformes que
cubren tu cuerpo vida mía
no han sido capaces de
cantar
la canción que tu calavera
exige
el homenaje atonal que a tu
ausencia de sangre canto
el triste par de sílabas
que atestiguan
tu condición de cadáver
tu verdadera vida.
XXIII
No voy a decirte como soy
Bien que lo sabes
Y te ejercitas en
definiciones varias
Que te valga por este día
Porque el único nombre que
tengo ganas de tener
Es el de asesina.
Sueño con cerrar esa puerta por donde se me sale el alma
pero no estoy segura
¿será mi condición ser vaso trizado?
XXIV
Sin la complicidad del instante
recurrente
Me bebo a sorbos la nube de tu olvido
Se me llena el rostro de rastros de
esa nube oscura
Fuera del tiempo me tiendo en tu
abrazo:
Intemporal
Mentido
Nadie dirá que mi asombrada rabia
Carece del punto muerto que me
maniata
Ese punto luminoso donde la mirada
pace
Donde se come a puños las imágenes ya
muertas.
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