A veces creo que esforzarse no es necesario, me digo entonces que debo permanecer como un árbol consciente de la raíz que me alimenta y a la espera del viento o la lluvia para seguir siendo lo que soy. Sencillamente. Simplicidad difícil para alguien como yo tan adicta a las palabras, a los pensamientos. Cuesta ser sólo el instante de la caricia, pero cuesta cuando la caricia no habita el presente. Vendrán los días y el advenimiento de cada una de sus horas, saber que vendrán es lo que está dando cuerpo a este conjunto de palabras, la conciencia de ese advenimiento, sin embargo, se sabe también que puede cesar este continuo de horas y segundos, minutos, días... quizá esa conciencia que también conozco me lleva a escribir como quien habla porque hablar en este minuto no es posible... equivaldría a cavar mi tumba, como se acostumbra decir de manera coloquial. Así que dejo la pala y escribo. Quizá busques mi voz o lo consideres inútil. Lo afirmo, por ahora no sería útil para el propósito conjunto. Da miedo. A mí por lo menos me lo da pero sé que puede ser efímero ese temor, con dejarlo morir de hambre es suficiente. Y ese acto, esa decisión, tiene que ver sólo conmigo, con nadie más. Y no se trata de crueldad, es otra cosa, tranquilidad tal vez, pagada a precio de un desasosiego harto conocido. Malos hábitos. Nada más. Uno solo: empeñarme en ser yo contra todo. ¿Qué tal probar ser otra persona al menos por unos días, por unos meses? Podría funcionar, quizá llegue a ser alguien mejor. Probablemente. Esa es la apuesta.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario