lunes, 15 de noviembre de 2010

Reloj

Alguien me dijo que escribir un blog es también darle cuerda a un reloj. Pero siempre que pienso en las horas me viene la mente lo inútil tal vez de esperar que sea de noche o que sea de día, pesimismo tal vez, pero me gustaría ser una flor nada más que reciba el calor del sol y mire el cambio de luz en el cielo, pasar las nubes rápidas y sentir esa calidez que no es más que vivir, podría entonces hablar de la caricia del sol, de lo intrascendente de ser humano, pero la imaginación es la que nos salva, del rencor, de ese sentimiento contrario a la esperanza.

Dar cuerda a un reloj para qué, si fuera pregunta, sería equivalente a la pregunta de para qué entrenar un perro, acabo de leer un cuento de Doris Lessign que a eso se refería, y las razones para hacerlo eran evidentemente las equivocadas, entonces no se hizo el trabajo y los perros resultaron seres de vida errática, ni modo, tampoco doy cuerda al reloj, las razones son indiferentes.

Si pudiera decir algo bueno de todo esto, si mis manos no fueran únicamente un par de animales animados que se pusieron a danzar hoy sobre el teclado, mi mente está aquí pero mi alma acostumbrada a diversas oscuridades no se anima todavía a levantar el vuelo, sabe, como lo sé yo, que es cuestión de un movimiento, sólo de eso.

Ya es noviembre, pronto será diciembre, y todavía hay por el mundo personas que dicen y hacen cosas que, como yo, se alimentan sólo de la ilusión de no guardar silencio, ah!, con lo bello que es el silencio.

Hagamos pues el movimiento necesario.

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