jueves, 16 de diciembre de 2010

Diciembre 16

Explosión de luz las palabras amadas. Las palabras que tras ser signos se transforman en gestos, corporizaciones de la alegría. Nada es mejor, no, nada en esta hora de la tarde en que el silencio parece ser el que dibuja esa claridad deslumbrante sobre los muros blancos. Esta es la vida, esta es la alegría, quiero señalarla como los niños señalan un avión que va por el cielo. Nada más porque sí. Hacer, sí, eso quiero ahora, hacer de ese juego de luces y sombras que se ocultan tras lo blanco, una diminuta dádiva, un regalo que alguien me da y yo lo doy ahora, con la misma simpleza con que el viento me trae el ladrido de un perro, así, sólo porque sí, para que el reloj siga su marcha, para que la alegría se quede en estas palabras, en el aliento que las inspira, y sean imagen breve del tiempo que pasa. ¿Testigo? ¿Miembro del asombro? Voz inarticulada, todo eso, y algo más, manifestación del don de existir.

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